martes, 15 de enero de 2013

¿Podríamos llevar una vida social normal si todos recordáramos nuestras vidas pasadas ? 

No. Querriamos reclamar nuestras riquezas materiales, nuestras tierras, o tal vez países enteros, amparados en nuestros títulos del pasado. El recuerdo en nuestras anteriores personalidades traería graves inconvenientes, pues podría en algunos casos humillarnos profundamente, en otros exaltar nuestro orgullo y esclavizar nuestro albedrío.
    
   
       Es por bondad de la naturaleza que no recordamos nuestros nacimientos anteriores. La vida sería una carga si arrastráramos todos esos recuerdos. ¿Cuántas veces en nuestra vida actual quisiéramos borrar todo y tener la oportunidad de empezar nuevamente?. Ahora aquí y en el presente, es cuando podemos, empezar de nuevo, con paciencia y esperanza, con ilusión y voluntad, con la alegría de este despertar a una nueva conciencia y existencia, sin conflictos, sin deseos, por que todo, absolutamente todo esta en la MENTE, en nuestra percepción y lo mas importante en nuestro interior.

     
        Por eso al  nacer, aquellos recuerdos quedan en su estadio inconsciente o subconsciente de la memoria del individuo, de una manera u otra, inciden en su vida actual.
Esta amnesia es indispensable para asumir la nueva personalidad. No solo se olvidan los hechos de la anterior encarnación, sino también la angustia y la nostalgia que provocan la pérdida de un mundo de luz y  como lo es el mundo de la esencia espiritual. El olvido nos permite recomenzar de cero, en igualdad de condiciones, sin prejuicios. Al nacer todos iniciamos una nueva vida, una nueva experiencia una posibilidad de rectificación de nuestros caminos.
Platón relata que las almas, antes de volver a la vida, se encaminan juntas a la llanura del Leteo. Allí corre el río Ameleto, cuyas aguas no pueden ser recogidas por vasija alguna. Es preciso que todas las almas beban de esta agua cierta cantidad, pero aquellas que por imprudencia beben más allá de la medida pierden absolutamente la memoria.

     De igual manera, no recordamos lo que hemos aprendido y , sin embargo, ese conocimiento se mantiene intacto. El aprendizaje alcanzado en vidas previas se manifiesta a través de aptitudes o habilidades innatas para realizar determinadas actividades o emprender estudios especiales. La facilidad que tienen algunas personas para entender un idioma que escuchan por primera vez en señal que ya han estado en contacto con él en una existencia anterior. Los niños prodigio son el ejemplo clásico. Es como si ellos no hubieran bebido de la copa del olvido. Cicerón decía que la velocidad con que aprenden los niños es una prueba de que los hombres saben casi todo antes de nacer, Platón afirmaba que el conocimiento fácilmente adquirido es aquel que se ha obtenido en una vida anterior. 

      En el momento en el que nacemos, venimos a empezar desde cero, por que vida tras vida, vamos no solamente evolucionando, sino que también subsanamos errores del pasado, que no hicimos bien o que los negamos en su momento por miedo o por inseguridad. Estamos acá de paso, la vida es corta, estamos a merced de los cambios en el universo y sujetos a un karma, que  arrastramos, vida tras vida. Muchos de nosotros sabemos lo que es el karma, es la consecuencia que surje de una acción y el universo, su nombre lo indica, procede de universidad, eso es la universidad de la vida.  
    

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